Kornhausplatz
hace 4 semanas · Actualizado hace 4 semanas

En el corazón del casco antiguo de Berna, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra una de las plazas más intrigantes y fotografiadas de Suiza: Kornhausplatz. Esta plaza histórica combina de manera fascinante la arquitectura barroca del siglo XVIII con uno de los monumentos más misteriosos del país alpino. Lejos de ser una simple parada turística, Kornhausplatz se ha convertido en un punto de encuentro donde la historia, el arte y la vida cotidiana bernesa se entrecruzan de forma única.
La plaza del granero, como se traduce literalmente su nombre, debe su denominación al imponente Kornhaus que domina uno de sus laterales. Este majestuoso edificio barroco, construido entre 1711 y 1718, no solo representa una obra maestra de la arquitectura suiza del siglo XVIII, sino que también alberga en su sótano uno de los restaurantes más espectaculares de Europa: el Kornhauskeller.
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El enigmático Kindlifresserbrunnen: más que una simple fuente
Sin duda, el elemento que más llama la atención en Kornhausplatz es la Kindlifresserbrunnen o Fuente del Devorador de Niños. Esta obra del escultor Hans Gieng, creada entre 1545 y 1546, representa una de las imágenes más impactantes del arte urbano suizo. La escultura muestra a un ogro grotesco devorando a un niño pequeño, mientras sostiene un saco con otros cuatro niños aterrados esperando su turno.
¿Por qué existe semejante representación en pleno centro de una ciudad tan pacífica como Berna? Las teorías son múltiples y fascinantes. Algunos historiadores sugieren que la figura representa una advertencia hacia comportamientos antisociales, otros la relacionan con el dios griego Cronos que devoraba a sus hijos, e incluso hay quienes apuntan a una representación del hermano mayor del Duque Berchtold V, fundador de Berna, quien según la leyenda local habría enloquecido de celos.
La columna corintia pintada que sostiene la escalofriante figura está adornada en su base con un friso de osos armados marchando hacia la guerra, haciendo referencia directa al símbolo de Berna. Este detalle conecta la obra con la identidad local de manera magistral, convirtiendo una imagen aparentemente terrorífica en un elemento profundamente bernés.
El Kornhaus: testimonio del poder económico bernés
El edificio del Kornhaus constituye uno de los ejemplos más destacados del alto barroco bernés. Diseñado como granero municipal, sus tres plantas superiores almacenaban el trigo que garantizaba el abastecimiento de la ciudad, mientras que en el sótano se guardaban los barriles de vino destinados al sustento urbano. Esta distribución funcional refleja la importancia estratégica que tenía el control de los recursos alimentarios en la Berna del siglo XVIII.
La arquitectura barroca del Kornhaus se caracteriza por sus líneas elegantes y su perfecta integración en el conjunto urbano medieval. A diferencia del barroco más ornamentado del sur de Europa, el estilo bernés mantiene una sobriedad que dialoga armoniosamente con las construcciones góticas circundantes, creando un equilibrio visual único en el panorama europeo.
Actualmente, el edificio alberga el Kornhauskeller, un restaurante que conserva las espectaculares bóvedas originales del siglo XVIII. Los frescos de Münger adornan las paredes de este espacio único, donde la gastronomía suiza tradicional se sirve en un marco arquitectónico excepcional. Para los viajeros que buscan una experiencia culinaria memorable, cenar bajo estas bóvedas barrocas constituye una vivencia irrepetible.
Un espacio de vida y encuentro
Kornhausplatz no es solo un museo al aire libre; es un espacio vivo donde los berneses desarrollan parte de su vida social. Durante los meses cálidos, la plaza se llena de terrazas donde locales y visitantes disfrutan de un café o una cerveza suiza mientras contemplan la enigmática fuente. Los niños juegan alrededor del Kindlifresserbrunnen, ajenos a las teorías siniestras que rodean su origen, convirtiendo el espacio en un lugar familiar y acogedor.
Los mercadillos ocasionales transforman la plaza en un hervidero de actividad comercial y social. Productores locales ofrecen quesos, panes artesanales y especialidades regionales, recreando en cierta medida la función comercial histórica del lugar. Durante las festividades navideñas, el ambiente se vuelve especialmente mágico con la iluminación de la fuente y la decoración de los edificios circundantes.
Arquitectura y urbanismo: la plaza como obra de arte
La configuración actual de Kornhausplatz es el resultado de siglos de evolución urbana. Originalmente, este espacio fue el foso que rodeaba la primera muralla de Berna. Tras el Gran Incendio de 1405, el foso conocido como Steininbrügg-Graben fue rellenado para crear la plaza que conocemos hoy.
La disposición espacial de Kornhausplatz demuestra el genio urbanístico medieval suizo. La plaza actúa como articulación entre diferentes barrios del casco antiguo, conectando la Marktgasse con el puente Kornhausbrücke y proporcionando una transición fluida entre las distintas elevaciones del terreno. Esta función de conexión urbana se mantiene intacta en la actualidad, convirtiendo el espacio en un punto de paso obligado para quienes recorren Berna a pie.
Los edificios que rodean la plaza forman un conjunto arquitectónico coherente que abarca desde el gótico tardío hasta el barroco temprano. Las fachadas de piedra arenisca local crean una paleta cromática uniforme que otorga personalidad propia al espacio, diferenciándolo de otras plazas europeas de características similares.
¿Sabías que la fuente original era de madera?
Antes de la construcción de la actual Kindlifresserbrunnen de piedra, en el mismo lugar se alzaba una fuente de madera del siglo XV. La decisión de reemplazarla por una obra de piedra pintada respondía tanto a criterios de durabilidad como a la voluntad de crear un monumento más acorde con la creciente importancia de Berna en el contexto suizo.
Detalles que marcan la diferencia
Para los viajeros atentos a los detalles, Kornhausplatz ofrece múltiples elementos que enriquecen la experiencia. Las ventanas emplomadas del Kornhaus conservan los vidrios originales del siglo XVIII, creando efectos de luz únicos durante las diferentes horas del día. Los adoquines de la plaza, repuestos siguiendo técnicas tradicionales, mantienen la textura y el sonido característicos de las calles históricas bernesas.
La perspectiva desde diferentes puntos de la plaza permite apreciar tanto el conjunto arquitectónico como los detalles escultóricos de la fuente. El mejor momento para fotografiar el Kindlifresserbrunnen es durante la media mañana, cuando la luz natural resalta los colores de la escultura sin crear sombras excesivas.
Los comercios tradicionales que rodean la plaza mantienen el carácter auténtico del lugar. Panaderías centenarias, librerías especializadas en literatura suiza y tiendas de artesanía local ofrecen productos que van más allá del típico souvenir turístico, permitiendo llevarse a casa un pedazo auténtico de la cultura bernesa.
La plaza en el contexto cultural suizo
Kornhausplatz refleja aspectos únicos de la identidad suiza que la diferencian claramente de las plazas similares en países vecinos. La coexistencia entre lo macabro y lo familiar, representada en la convivencia natural entre la terrorífica fuente y la vida cotidiana, ejemplifica la capacidad suiza para integrar elementos aparentemente contradictorios en un conjunto armónico.
Esta característica contrasta con el tratamiento que reciben los espacios históricos en Francia o Italia, donde la sacralización del patrimonio a menudo excluye los usos cotidianos. En Kornhausplatz, el patrimonio vive y se adapta a las necesidades contemporáneas sin perder su esencia histórica.
La precisión artesanal visible en cada detalle del conjunto arquitectónico, desde las tallas en piedra hasta las restauraciones más recientes, refleja esa obsesión suiza por la calidad que se extiende desde la relojería hasta la construcción. Esta atención al detalle se hace evidente en las restauraciones de 1997 y 2015 de la fuente, ejecutadas con técnicas que mantienen la integridad original mientras garantizan su conservación para futuras generaciones.
Consejos prácticos para la visita
El mejor momento para visitar Kornhausplatz es durante las primeras horas de la mañana o al atardecer, cuando la luz dorada realza los colores de la arquitectura y la afluencia de turistas es menor. Durante estos momentos, es posible experimentar la plaza con la misma tranquilidad que la viven los berneses locales.
Para quienes viajan con niños, la fuente puede resultar impactante inicialmente, pero los pequeños suelen adaptarse rápidamente al entorno lúdico que proporciona el espacio circundante. Las zonas de sombra bajo los soportales de los edificios ofrecen refugio durante los días calurosos de verano.
Los restaurantes con terraza en la plaza ofrecen la oportunidad de observar la vida local mientras se disfruta de la gastronomía suiza. El Kornhauskeller requiere reserva previa, especialmente durante la temporada alta y los fines de semana.
Conectando con el resto de Berna
Desde Kornhausplatz se accede fácilmente a otras atracciones emblemáticas del casco antiguo. La Zytglogge (Torre del Reloj) se encuentra a apenas cinco minutos a pie, mientras que la Catedral de Berna está a una distancia similar en dirección opuesta. Esta ubicación central convierte la plaza en un punto de referencia ideal para orientarse en la ciudad medieval.
El puente Kornhausbrücke, que conecta directamente con la plaza, ofrece vistas espectaculares del río Aare y permite comprender la topografía defensiva original de Berna. Para quienes llegan desde Zúrich (1 hora en tren), Ginebra (2 horas) o Basilea (1 hora y 15 minutos), la estación central de Berna se encuentra a unos 15 minutos a pie de Kornhausplatz, convirtiendo la visita en una excursión perfectamente factible en una mañana.
Un legado que perdura
Kornhausplatz representa más que una simple plaza histórica; constituye un microcosmos de la identidad suiza donde convergen la tradición artesanal, la funcionalidad urbana y la capacidad de integrar elementos aparentemente discordantes en un conjunto armónico. La plaza demuestra cómo el patrimonio histórico puede mantenerse vivo y relevante sin sacrificar su autenticidad, ofreciendo a los visitantes una experiencia que va mucho más allá de la mera contemplación turística.
En un mundo donde las ciudades históricas luchan por equilibrar conservación y vitalidad urbana, Kornhausplatz emerge como un ejemplo de integración exitosa entre pasado y presente, consolidándose como una parada imprescindible para quienes buscan comprender la verdadera esencia de Suiza más allá de los tópicos alpinos tradicionales.
Fotografía principal de Dmitry A. Mottl